Pasó por Tucumán hace unos días para disertar en el Congreso de Psicología; luego partió a San Luis, donde expuso ante los docentes. El miércoles estuvo en Mendoza y ayer volvió a la provincia, en un periplo que jamás olvidará, dice sonriente Miguel Santos Guerra. El profesor titular de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga es uno de los invitados al Congreso de Educación.
“Enhorabuena a quienes se preocupan por la educación, pero no cuando hay un conflicto o un problema, que suele ser cabecera de titulares. En este momento vamos a pensar y a hablar de la importancia que tiene la educación, porque eso es verdaderamente importante para un país -afirmó, minutos antes de empezar su disertación-. Yo digo que la historia de la humanidad es una larga carrera entre la educación y la catástrofe”.
- Su disertación se tituló “Educar en tiempos revueltos”, ¿qué significa ese título?
- Lo primero que planteo es que se debe distinguir educación de simple instrucción, porque si aprendemos muchas cosas en las escuelas y en las universidades y las utilizamos para engañar, explotar, dominar mejor al prójimo, pues más nos valdría cerrar las instituciones. Fueron médicos muy bien preparados, enfermeras muy bien capacitadas en su oficio, los profesionales que diseñaron las cámaras de gas en la Segunda Guerra Mundial; es decir que sabían mucho. Pero sus víctimas lamentaron lo que ellos habían aprendido, de modo que educación no es mera instrucción, mera acumulación de conocimientos; tampoco es una buena socialización; es decir de llegar al éxito, al trabajo, porque no todo es bueno en las culturas y hace falta discernir qué es bueno y qué es malo y adherirse a lo bueno.
- Entonces, a su entender ¿qué es la educación, cómo la define?
- Educación es intrínsecamente un proceso ético; es decir aprender a convivir en la solidaridad, en la compasión y en el respeto; y es un proceso intelectual que nos ayuda a entender el mundo, a saber cuáles son las causas y los efectos. No podemos hacer un mundo para unos poquitos privilegiados, aquí debemos caber todos y la educación es el camino para conseguirlo.
- ¿Qué modelos presenta actualmente el sistema educativo, cuando usted habla de tiempos revueltos?
- No es fácil la tarea, porque la sociedad propone modelos por la vía de la seducción: el que tiene mucho dinero, el que tiene mucho poder, el que tiene mucha fama, frente a los modelos que presenta la educación por la vía de la argumentación; es la persona respetuosa de la dignidad del ser humano, es la persona solidaria... Y estos modelos chocan muchas veces; de modo que cuando le dices a un joven ¿tú, cómo quién quieres ser?, te responde con el nombre de un gran futbolista o de un cantante que ha adquirido prestigio, fama, dinero y él piensa que lo ha hecho de forma fácil. Además son tiempos revueltos porque la cultura neoliberal en la que estamos inmersos contradice casi todos los presupuestos de la educación. Lo que dice es individualismo, cada uno a lo suyo, competitividad, ganar a los otros, relativismo moral, vale todo para conseguir lo que se pretende; es decir que el caldo de cultivo donde nos movemos no favorece los ejes de la educación. Les digo a los profesores que es más fácil dejarse llevar por la corriente, y les digo también que sólo a los peces muertos los arrastra la corriente. La institución educativa tiene que ser contra hegemónica y el personal de la educación tiene que ser contra hegemónico; es decir tiene que ir contra la corriente. La educación parte de la base de que el ser humano puede mejorar, aprender y desde ese punto todo es posible. Si esto se niega se niega también la esencia de la educación.